domingo, 10 de marzo de 2013

¡Feliz cumpleaños Gabriel! (conclusión)

MOSCA: Con esta escena terminamos el experimento del cumpleaños de Gabriel, pero para entenderlo debes empezar por la primera parte.

Con esta conclusión retomamos este espacio. Espero verlos más seguido por aquí.


¡Feliz cumpleaños, Gabriel! 
(3/3)




Ana prepara la cocina de su casa para hacer la última cena de su hermano Gabriel. Los invitados llevan a cabo diferentes tareas que les ha impuesto Esteban para que nadie pierda la cordura. Él mismo, junto a Pablo se han encargado de convertir el cuerpo en un montón de carne y huesos.

Es la 1:45 de la mañana, cuando salen del baño de visitas con los restos del cumpleañero en una bandeja.

Pablo y Esteban lucen impecables, a pesar de haber hecho un trabajo bastante sucio. Pasan a toda marcha desde el baño a la cocina, atravesando el comedor.

Alrededor de la mesa larga de madera oscura, están Juan Fernando e Isabel colocando los platos. Orquídea y Graciela limpian la sala, que está a solo unos pasos del comedor, para que no quede rastro del cuerpo que estuvo ahí hace unas horas.

GRACIELA
Chama, me preocupa Ana. Está preparando todo en la cocina como si esto fuera una comida más.

ORQUÍDEA
Quizás sea lo mejor para ella, a lo mejor es su manera de afrontar esto.

GRACIELA
¿Y cómo lo estás afrontando tu? Mira a Juan Fernando, lo he visto colocar la mesa al menos seis veces, pone los platos y los vuelve a recoger, coloca los vasos y los vuelve a recoger. Isabel está igual, como que quisieran que la mesa tuviera una alineación perfecta que será imposible de lograr.

Orquídea deja de limpiar la alfombra por un momento para ver a la pareja que trata de hacer la mesa.

ORQUÍDEA
Déjalos. Esa es la manera en que lo afrontan ellos... para mi... yo... yo no descansaré... hasta sacar estas manchas.

GRACIELA
Yo no sé, chama, yo no sé que pensar... no puedo dejar de ver la cara de Gabo, como cayó... como se suponía que esta iba a ser la mamá de las rumbas.

ORQUÍDEA
Deja la tortura mental, chica y ponte a echar cepillo. Enfócate en esta bendita mancha que no sale, después nos preocuparemos por comernos toda la comida y mañana o pasado, pensaremos en Gabriel.

GRACIELA
Orquídea... tu también crees que es una cena... normal...

Graciela vuelve a poner sus energías en la alfombra. De a poco. Cepilla primero sin fuerza y luego incrementa la energía.

Y apenas es la 1:52 de la mañana.

Ana, en la cocina, ya tiene un caldo hirviendo en una olla que es mucho más grande que ella. Usa un pequeño banco para poder echar los condimentos al agua. Esteban y Pablo atraviesan la puerta y ven como la sonrisa de Ana ha regresado a su rostro.

ANA
Me encanta cocinar ¿Saben? Yo quería hacerle la torta a Gabriel para su cumpleaños, pero no me dio tiempo. Tenía tantas cosas que hacer... pero me encanta cocinar, lo adoro.

Esteban y Pablo no dicen nada. Entre ambos sostienen la bandeja hasta el borde de los restos de Gabriel.

ANA
¿Ya lo trajeron? Vaya que son buenos y ni siquiera se han manchado ¡Hasta pareciera que lo hubieran hecho antes!

Ana ríe y no deja de mover una gran cuchara de madera. Pablo y Esteban se ven el uno al otro sin saber que decir.

PABLO
¿Dónde lo colocamos?

ANA
¡En la olla! Usted es lo suficientemente alto para echar eso ahí sin necesidad del banquito. Yo que soy bajita, sí lo necesito, aunque dicen que el cuerpo no se termina de estirar hasta los 25 y yo apenas tengo 18 años ¿Qué tal?

Esteban y Pablo ignoran a Ana, la apartan con pura indiferencia y vierten los restos de Gabriel en la olla. El vapor impregna la cocina. Ya son las 2:05 de la mañana.

La mesa luce impecable. Siete platos blancos destellan bajo la lámpara de la cocina. Siete vasos brillan de pura claridad en sus cristales. Siete juego de cubiertos están esperando a ser utilizados. Isabel pone el servilletero cargado de servilletas en el centro de la mesa y parece que es la guinda en el pastel de la elegancia.

JUAN FERNANDO
No me gusta. Le falta algo...

ISABEL
Sí, le falta la comida. Mira, Juan Fernando, hemos arreglado esto ya como 30 veces, son las 2:10 de la noche y ya lo que quiero es comer. No me importa nada, ni la mesa ni lo que me vaya a comer.

JUAN FERNANDO
¿Y si le cambiamos el mantel?

ISABEL
No vale. Ese mantel esta bien, además, que lo vamos a quemar después de usarlo, así que mucho es usarlo para esta locura.... No me importa nada. La mesa se queda así.

Juan Fernando empieza a recoger los vasos.

JUAN FERNANDO
Quizás necesitemos copas para el vino. No podemos cenar a esta hora con cervezas.

Isabel se recuesta de la mesa. Con lentitud se vuelve a levantar y ayuda a Juan Fernando a cambiar los vasos por copas.

Son las 2:30 de la mañana. Orquídea levanta los brazos y cae agitada al sillón de la sala.

ORQUÍDEA
¡Lo logramos, chama! Quitamos la bendita mancha de la alfombra. Ahora nos tenemos que limpiar y después... después.. bueno... ya veremos que pasa después...

Orquídea se levantó del sillón antes de que la tristeza le atacara. Graciela, lentamente se puso de pie. Se limpió una lágrima y se llevó el tobo, junto a los trapos y los cepillos que usaron.

Juan Fernando pone la última copa en la mesa. Isabel se sienta de una vez en el mismo puesto en que se había desplomado anteriormente.

JUAN FERNANDO
No me gusta. Le falta algo...

Isabel mira fijamente su plato en silencio. Juan Fernando está a punto de agarrar una copa, pero desde la cocina entran Esteban y Pablo con la tremenda olla. Isabel les hace espacio en la mesa. La última en llegar es Ana.
Orquídea y Graciela se unen al grupo en el comedor.

ESTEBAN
Bueno señores... buen provecho.

La comida olía mejor de lo que los invitados esperaban. El caldo bañaba los trozos de carne amorfos que caían en cada plato. Pablo repartía grandes porciones. Graciela se apresuró a servir el vino que habían traído. El resto tomaba sus asientos sin emitir ningún comentario.

El reloj de la sala marca las 2:59 de la mañana. Los invitados estaban a punto de comer la última cena con Gabriel.

ESTEBAN
Las porciones son grandes para que no quede nada. Tenemos que comernos todo.

GRACIELA
¿Y si...?

ESTEBAN
(furioso)
¡Y SI NADA! A mi tampoco me agrada la idea, pero es la única que se nos ocurrió. Con esta cena nos estamos salvando nuestro futuro. ¡COMAN!

Cada uno inspeccionaba el pedazo que le había tocado. Nadie se atrevía a meter el primer mordisco. Ni Esteban que temblaba cuando tenía una pieza de carne en su cuchara.

Orquídea trata de contenerse, pero finalmente expulsa todo lo que siente en lágrimas.

ORQUÍDEA
¡No es justo Gabriel! Yo que peleé contigo por ver que íbamos a cenar y ahora, me vienes con esta de que tengo que cenar contigo a juro... esto... no se vale... yo te iba a decir... para vivir juntos... irnos de esta mierda de país... irnos a vivir a la mierda.

Graciela abraza a su amiga y se echa a llorar también.

GRACIELA
Yo hice todo lo posible, amiga mía, pero aquí nadie quiso entender. Ni tu quisiste entender. Literalmente, tendremos que tragarnos nuestro futuro.

Ana ya no sonreía, solo veía el pedazo de carne que tenía frente a ella, rodeado de caldo.

Juan Fernando cierra los ojos y se mete un bocado grande en su boca. Lo mastica, lentamente, abre sus ojos y todos lo están viendo. Excepto Ana que seguía concentrada en su plato. 

JUAN FERNANDO
Sabe... a... cochino...

Son las 3:36 de la mañana y el silencio toma la casa de Ana una vez más.

Hasta que Esteban ríe... Ruidosamente, ríe con todos sus pulmones. Pablo se deja contagiar, mientras mueve el sancocho que tiene enfrente con su cuchara, no para de reir. Isabel también ríe. Lo siguen todos los demás. Risas descontroladas que retumban el comedor.

Ana está seria. 

ANA
¡CÁLLENSE!

Todos la ven.

ANA
Al menos tengan algo de respeto. Ahora coman, porque no soporto ver a mi hermano aquí tirado más tiempo.

Uno a uno empezaron a llevarse los bocados. Isabel lo hizo con toda la velocidad que pudo, sin mirar a los lados. Pablo y Esteban parecían comer al mismo ritmo, tratando de no ver lo que pasaba en el resto de la mesa.

Graciela y Orquídea detuvieron varias veces el vomito dentro de sus bocas. Se ayudaron con los dedos en sus labios a contener la expulsión. Se miraban y se les volvía a activar las náuseas. El vino no duraba mucho en sus copas para tratar de tragar lo máximo que pudieran.

Ana comió un plato lleno de carne. Luego otro. Con el tercero no le entraba más comida. Y no quedaba más que comer.

Eran las 4:10 de la mañana y nadie hablaba. Juan Fernando luchaba con no dormirse, al igual que Isabel que se apoyaba en su hombro. Graciela y Orquídea estaban cabizbajas frente a sus platos. Esteban vio que no quedaba más en la olla. Pablo se llevó los platos a la cocina.

4:12 am. Esteban salió de la casa.
4:15 am. Pablo no dijo nada antes de irse.
4:16 am. Isabel se despidió sin mirar atrás.
4:18 am. Graciela abrazó a Orquídea. Luego se levantó y se fue.
4:19 am. Juan Fernando le dio un beso en la frente a Ana y salió de la casa.
4:31 am. Orquídea se levantó y salió de la casa.

Los padres de Ana abrieron la puerta de la casa a las 9:00 de la mañana y vieron a Ana dormida en una de las sillas de la mesa, donde solo quedaban copas y una gran olla sopera.

Ambos rieron. La delicadeza de la madre tocó la espalda de Ana, quien saltó de un solo brinco. Vio a sus padres y se fue rumbo a su cuarto sin soltar ni una palabra.

Eran las 9:10 de la mañana.

Los padres de Gabriel habían regresado a casa.

(FIN)

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